Las 4 leyes espirituales

4 leyes espirituales
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Recuerdo cual fue mi primer encuentro con las 4 leyes espirituales. Tenía algunos meses como nuevo creyente, había devorado rápidamente los cuatro evangelios y me había llenado de mucho celo por el evangelismo gracias a un devocional basado en el libro de los Hechos ¡Hasta quise ser misionero a causa de ese devocional! Pero, cuando escuche de estas leyes, debo decir con sinceridad que sentí una gran decepción. No podía imaginar a Jesús o a los apóstoles decirle a alguien «Dios tiene un plan maravilloso para tu vida».

Han pasado más de 14 años desde aquel entonces, hoy he madurado un poco más y mi celo desbordante ha tomado una forma más controlada (más bien menos legalista), y creo que es hora de tomar una nueva perspectiva de estas leyes que han impactado la forma de hacer evangelismo en muchas denominaciones cristianas.

Las 4 leyes espirituales su historia y concepto

Estas leyes surgen a través de un folleto evangelístico creado por Bill Bright en el año 1952. Su intención era dar una declaración clara y sencilla del evangelio, y definir así, que como hay leyes que rigen el universo, de la misma manera hay leyes que se aplican a nuestra relación con Dios.

Bill fue el evangelista que fundó la organización Campus Crusade for Christ, por la cual se popularizaron estas leyes. De hecho, su uso fue dado principalmente en las universidades, y de allí al resto del mundo.

¿Qué dicen estas leyes espirituales?

Antes de pasar a analizar estas leyes, vamos a definir cada una de ellas de manera básica, tal cual como aparece en el folleto que ofrece la página web oficial de Campus Crusade for Christh:

  1. Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida (Jn. 3:16; 10:10).
  2. El hombre es pecador y está separado de Dios. Esto significa que no puedes experimentar el plan maravilloso para tu vida (Ro. 3:23; 6:23).
  3. Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecador. Solamente a través de él puedes conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para tu vida (Ro. 5:8; 1 Co. 15:3-6; Jn. 14:6).
  4. Puedes recibir a Jesucristo como tu Salvador y Señor para poder conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para tu vida (Jn. 1:12; Ef. 2:8-9; Jn. 3:1-8; Ap. 3:20).

Esta es la traducción que se tiene normalmente de este folleto en inglés (aquí puedes ver una traducción con su contenido original en inglés). Realmente, las explicaciones adicionales no son muy largas, sino que solamente dan unos cuantos detalles. Ahora, ya que conocemos de que tratan las 4 leyes espirituales, vamos a pasar ahora a examinarlas bíblicamente.

Un examen bíblico de las 4 leyes espirituales

Quiero que tengas en cuenta que al momento de analizar cada una de estas leyes nos enfrentamos con definiciones teológicas muy concretas. Estas leyes provienen del movimiento de cruzadas evangelísticas de los tiempos de Billy Graham. Por tanto, obedecen a una concepción especifica de evangelismo, de la salvación, de Dios y de la humanidad.

Otro asunto es que al momento de analizar estos temas no solamente debemos enfocarnos en su teología y doctrina, sino también en su método. Es decir, necesitamos comparar si la forma de proceder en estas leyes se encuentra dentro de la herencia apostólica, o de una derivación del método evangelístico de los apóstoles y de nuestro Señor Jesucristo.

La primera ley, Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida

Lo primero que debemos cuestionar en este punto es la frase «Dios te ama», que, al parecer, se basa en Juan 3:16 y Juan 10:10. Pero ¿Podemos decirle eso ha cada persona sobre la faz de la tierra? ¿Dios realmente ama a cada persona con que nos encontramos?

En un sentido, Dios ama a todas las personas (Mt. 5:44-48), pero este tipo de amor, que se evidencia en el cuidado soberano de todas las cosas, esa gracia común que está presente sobre todos los hombres, no es normalmente a lo que se refieren los cristianos al hablar de esta forma. Por el contrario, señalan más bien hacia un amor redentor derramado en la cruz.

Y el amor redentor de Dios es por sus ovejas (Jn. 10:11-16), por su novia (Ef. 5:26) y por su pueblo (Ti. 2:15). Es efectivo, dado que está atado a su muerte como expiación por el pecado de su pueblo (Is. 53:10-12). Así que esta expresión creo que es teológicamente imprecisa, ¿Cómo sabes que esa persona con que hablas es realmente amada por Dios de esa manera? ¿Cómo sabes que es realmente escogido por Dios? ¿Cómo sabes que se trata de un Jacob y no de un Esaú? Además, no vemos nada semejante en Hechos o en los Evangelios.

Puedes encontrar una explicación sucinta, y bien definida sobre la distinción de estos amores de Dios en este video (como también te servirá para dar respuesta a la pregunta del amor de Dios):

Ahora bien, mi segundo problema con esta ley es la expresión «un plan maravilloso para tu vida» al menos en las explicaciones que he escuchado de esta expresión, y lo que podemos ver en el tratado, no sabemos con exactitud a que se refieren con ese plan maravilloso. Es ambiguo y completamente libre a la interpretación de los oyentes. Lo que a mi parecer es realmente problemático.

¿Qué puede pensar alguien muerto en sus delitos y pecados y que vive para sí mismo sobre que significa «un plan maravilloso para su vida»? ¿Piensa en el arrepentimiento, el servicio por el reino de Dios, el sufrir por el evangelio o proclamar las buenas nuevas de salvación?

Ciertamente, Dios tiene un plan maravilloso para la vida de aquellos que se arrepienten y ponen su fe en el evangelio, pero ese plan no es lo que normalmente alguien creería que es. Y, nuevamente, ¿Vemos algo parecido en el libro de Hechos? Claramente no.

Creo que aquí las intenciones están por encima de la fidelidad a Dios y a un seguimiento de las Escrituras. Quienes usan este esquema de evangelismo procuran hacer el evangelio más maravilloso, cuando por sí mismo ya lo es. No necesitamos hacerlo más llamativo, cayendo en errores doctrinales o en esquemas no bíblicos. Necesitamos ser fieles a Dios más que llamativos.

La segunda ley, el hombre es pecador y está separado de Dios

La segunda ley es impersonal en lo negativo, y me parece que trata de suavizar el pecado. Fijémonos que no dice eres un pecador, sino el hombre es pecador. Pero cuando habla del plan de Dios habla en términos personales un (plan maravilloso para tu vida). Es casi como que, si el problema realmente estuviera en la raza humana, más que de un asunto personal del corazón que debe ser tratado entre Dios y el pecador.

En apariencia, esta ley parece ser un poco más sana, pero está contaminada por el concepto de «un plan maravilloso para tu vida». Hay que partir de que en la Biblia el problema del pecado no se plantea simplemente como una separación de un plan, sino de una separación de un Dios personal, justo y bondadoso. El pecado es muerte, condenación, y nos hace objetos de la ira de Dios, no solamente nos separa de algo bueno, sino que nos dice que estamos en una condición terrible. Como pecadores, somos miserables en un cuerpo de muerte.

Creo que esta ley difiere totalmente de la predicación apostólica. Pedro, al predicar en Hechos 2, no tuvo temor de decirle a los judíos que ellos habían asesinado a Jesús (Hch. 2:23). El les hablo con franqueza, y los llamo al arrepentimiento de manera personal (2:29, 38). El temor al hombre no puede estar presente al momento de predicar, en especial en este tiempo donde todos se ofenden, por lo que el evangelismo contemporaneo no puede someterse a sus demandas. En este caso, cuando lo que está en juego es el alma eterna de las personas, démonos la licencia para hablar con franqueza, indistintamente si este mensaje ofende.

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La tercera ley, Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecador

Aquí es cierto que Jesús es la provisión para el pecador, pero ¿En qué sentido? ¿De qué forma? ¿Cómo es que Dios ha provisto a Jesús? El folleto señala que esto ha ocurrido así al enviar a Jesús a morir en nuestro lugar. Pero ¿Por qué tenía que morir en nuestro lugar? No parece haber sentido lógico en el mensaje, porque en la segunda ley no se ha explicado las demandas de la justicia de Dios y, por tanto, no se pone a Cristo en la claridad que merece su mensaje.

El punto que tiene a favor este folleto es que ocurría en un contexto donde muchos jóvenes estaban acostumbrados al lenguaje evangélico, muchos sabían que Jesús había muerto por los pecadores y que su muerte era el pago por los pecados. Pero, ¿Esa es la condición actual? La realidad es que no. Aun así, es responsabilidad de aquellos que comunican el evangelio el ser claros y asegurarse de que las personas entiendan cada detalle del mensaje.

Me disgusta que, la gran parte del tratado, se centra en el llamado a aceptar a Jesús y no en la gloria del evangelio. No se centra en Cristo y en su provisión para la vida del pecador. No menciona la expiación, la redención o la resurrección en beneficio de aquellos que creen. Cristo no es exaltado.

La cuarta ley, puedes recibir a Jesucristo como Señor y Salvador

La cuarta ley es una invitación a recibir a Cristo como Señor y Salvador. Ahora, ¿Cómo se hace esto? Según el folleto se hace mediante la fe y de una invitación personal. Esto se hace por medio de la oración (la famosa oración del pecador), y luego se dan una serie de aclaraciones necesarias como las promesas de salvación para aquellos que confían en Jesús, el no depender de los sentimientos, y algunas sugerencias para los primeros pasos como cristiano y el crecimiento en unidad de la iglesia. Estos últimos puntos son muy buenos y necesarios.

Mi problema con esta ley es que nunca habla del arrepentimiento. En cierta ocasión un amigo habló con un joven que predicó sobre estas leyes en un autobús de mi ciudad, y la pregunta que le hizo luego de predicar fue «¿Y el arrepentimiento?» A lo que respondió este joven fue «Está contenida en la oración» Es decir, la persona se arrepiente sin ni siquiera saber que es el arrepentimiento y lo que eso implica.

Creo que es un serio problema este énfasis en conversiones rápidas, donde no hay detenimiento para confesar a Jesús con un compromiso bien pensado y una determinación de andar en sus caminos. Pero sobre todo veo un serio problema en excluir ciertas doctrinas que eran infaltables en la época apostólica. Si bien la explicación contenida llama al pecador a un cambio, este cambio no es llamado por su nombre y es presentado de forma parcial.

Algunas conclusiones preliminares

Hasta donde he podido ver estas 4 leyes espirituales están pensadas para ser agradables al oído, excluyendo e incluyendo ideas para llegar a ese fin: excluye doctrinas y explicaciones necesarias como el pecado y la condición caída, la expiación y la redención; como también se olvida del llamado al arrepentimiento e incluye la idea de un plan maravilloso.

Pero, sobre todo, creo que el concepto de un plan maravilloso para tu vida no tiene ninguna justificación bíblica y que es más que todo el resultado de las intenciones de hacer llamativo el evangelio. Todos quieren ser parte de un plan maravilloso para sus propias vidas, todos quieren ser ricos y vivir felices. Pero eso no es precisamente lo que promete el evangelio.

Este concepto es lo que le da estructura y sentido a este folleto, y es algo que se ha replicado de distintas formas en los últimos años. Ahora bien, no puedo dejar de decir que, si bien este método de evangelismo tiene muchas falencias y errores, no creo que sea una distorsión absoluta del evangelio hasta el punto de llamarlo una herejía. De alguna forma, entre sus muchos errores y añadidos, es posible ver a Cristo como salvador y ver el pecado como un problema personal para el hombre, y hasta cierto punto la explicación de la cuarta ley lleva a las personas a la conversión.

Aun así, no recomendaría en absoluto usar este esquema de presentación del evangelio, puesto que lo diluye y lo envuelve bajo premisas extrañas. Por eso, en cambio, vamos a presentar una alternativa más bíblica para las 4 leyes espirituales.

Una alternativa bíblica a las 4 leyes espirituales

La forma más bíblica de presentar el evangelio es a través de las tres erres:

  1. Ruina (pecado).
  2. Redención (Jesús).
  3. Arrepentimiento (acompañado de la fe).

En la primera erre (ruina) presentamos el problema del pecado y la condición caída, no como un «separarnos de un plan maravilloso para nuestra vida», sino más como lo que es en realidad: una condición presente en la que los hombres están separados de Dios, viviendo en sus delitos y pecados, y atesorando ira para el día de la ira. En este punto también se puede señalar todo lo que implica vivir en esta condición y como afecta a eso a cada uno de nosotros en nuestra vida personal.

Una vez definida la justicia y la ira de Dios de la primera erre, pasamos a la segunda erre (redención), donde hablamos de la única forma de llegar a ser salvos por medio del sacrificio sustitutorio de Jesús. Aquí debemos señalar su muerte, siendo justo y sin pecado, para salvar a aquellos que son injustos y con pecados. Sobre todo, señalar como la cruz de Cristo nos habla de la condenación que merecemos por nuestro pecado pero que precisamente por esa cruz es que podemos encontrar Él único camino de salvación.

Finalmente, tenemos la última erre (arrepentimiento), donde llamamos al pecador a poner su fe en Jesucristo y a abandonar su forma de vida actual a una que ame a Dios, le sirva y se entregue en corazón, alma y cuerpo a Él. Leyendo su Palabra, orando constantemente y obedeciendo todo cuanto Él ha ordenado.

Una aclaratoria sobre los métodos y las estructuras de evangelización

Los métodos y las estructuras con que presentamos el mensaje de salvación pueden variar totalmente. Las 3 erres son solamente una forma de presentar el evangelio, pero no son el evangelio en sí. Estoy convencido de que, si analizamos Romanos, Gálatas, Hechos y los Evangelios, nos daremos cuenta que hay toda una variedad de estructuras y formas que han estado presentes para predicar el evangelio.

Pero, aunque esto nos permita tener una variedad sana, no significa que podamos usar elementos alternos y extraños para hacer llamativo el evangelio a las nuevas generaciones. Debemos cuidarnos de adulterar o diluir el mensaje de salvación, indistintamente del método o la estructura que usemos.

Lo mejor siempre será confiar en la Palabra de Dios, derivar de ella tanto el mensaje como el método, fundamentándonos en sus principios y siendo sensibles a los problemas que enfrentamos el día de hoy. Sé que esto puede parecer complicado, y no tiene por qué ser sencillo. Después de todo, el evangelismo es una de las cosas más importantes sobre el mundo, así que vale la pena el esforzarse al máximo.

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Julio César Guevara

Julio César Guevara

Autor, pastor, teólogo y creador de contenido digital. Este es mi blog. Espero que puedas sentirte cómodo, para así ayudarte y servirte con los dones que Dios me ha dado.