¿Qué nos enseña el sueño de faraón?

Vacas flacas y vacas gordas
Tabla de contenido

Quien toma la prosperidad de las vacas gordas para asegurarse de mantenerse en pie para las vacas flacas, puede ser catalogado como sabio. Veamos la sabiduría dada a José no simplemente como una realidad única para aquella ocasión, sino también como una muestra de cómo deberíamos proceder en las circunstancias buenas y malas de la vida.

El problema con nuestra tendencia consumista

El pensar a largo plazo, visualizar los problemas del futuro, comprender los riesgos de la vejez, la muerte o la enfermedad, es algo que no hacemos debidamente. Cuando nos va bien, pensamos egoístamente en satisfacernos a nosotros mismos. En esos casos, deberíamos estar haciendo todo lo posible por vivir a la luz de la Palabra de Dios, aprovechando lo bueno para hacer frente a los días malos.

Pero podríamos caer incluso en un falso pietismo, darlo todo a los pobres o incluso al reino de Dios. El balance en estos casos es la sabiduría. Saber que debemos proveer para el reino y los necesitados, pero también saber que debemos prepararnos para el día malo, que, tarde o temprano, llegará.

No pensemos que todo lo que tenemos es para gastarlo hoy. Oramos que nuestro pan de cada día sea dado hoy, para que tengamos para el día presente y los siguientes. Esto requiere sabiduría en la administración y comprensión de los tiempos.

El consejo de José y nuestro tiempo

Así, el consejo de José es útil para todos los tiempos. Traducido en forma de resumen y en un lenguaje moderno, podríamos sintetizarlo de esta manera: aprovecha las bendiciones del presente, para hacer frente a los problemas del futuro.

No podemos saber con certeza que tipos de problemas nos enfrentaremos, pero lo cierto es que vendrán en alguna medida. Por tanto, es sabio que tengamos fondos, recursos y herramientas a nuestra disposición para hacerle frente.

¿Qué cosas guardar para cuando vengan las vacas flacas?

José le dijo al Faraón que guardara el grano y los alimentos no perecederos que prosperaran en Egipto. Esto era lo disponible en aquel entonces, pero ¿Cómo podemos aplicar este principio a nuestra causa? Veamos algunas reflexiones al respecto:

Administrando el dinero sabiamente

Creo que todos estamos claros en que la forma más adecuada de aplicar estos principios es en términos financieros. Hacer un fondo de emergencias, ahorros provisionales o tener propiedades que sirvan para hacer frente a cualquier situación, sea esto con fondos indexados, ahorros o bienes.

La idea es tener “grano” (recursos económicos), para hacer frente a la “hambruna” (problemas que podrían ser solucionados con esos recursos). Esta, es una de las cosas más sabias que podemos aplicar a nuestra vida.

Vivir del día a día y pensar que Dios va a proveer milagrosamente, puede parecer una idea bastante espiritual y piadosa, pero en ocasiones es simplemente una necedad disfrazada.

Así que ahorremos, hagamos inversiones y tengamos fondos para que cuando ocurra cualquier evento, podamos glorificar a Dios resolviendo dicho asunto.

Administrando la salud sabiamente

Otra forma de entender este principio es a través de la salud: administrar los buenos tiempos de salud para hacerle frente a los tiempos donde esta va a decaer. En este sentido podemos pensar en la correcta administración de la juventud, la alimentación, el hacer ejercicio y otras cosas más.

La idea es saber que tenemos tiempos buenos, donde estamos fuertes y sin dificultades, como también tener en cuenta que tendremos tiempos difíciles, donde hay debilidades y enfermedades por doquier.

Un ejemplo personal lo he pensado con respecto al decaimiento típico que viene en ciertas edades. En mi caso personal he estado considerando el desgaste de los músculos de la espalda que se dan entre los 30 a los 40 años, por tanto, sabemos que habrá un momento donde los dolores con respecto a esto vendrán.

Entonces, ¿Qué deberíamos hacer sabiendo que vendrán tiempos de malestares en la espalda? Bueno, los médicos recomiendan fortalecer los músculos por medio de ejercicios para que cuando se de este desgaste no nos afecte tanto.

Esto es solo un ejemplo. La realidad es que esto puede aplicarse a un montón de circunstancias que nos esperan a medida que el cuerpo se desgasta (2 Co. 4:16), y nuestra casa empieza a padecer (Ec. 12:1-7).

Administrando las capacidades sabiamente

Pero no solamente se trata de administrar nuestra salud y dinero, sino también nuestras capacidades. Defino aquí capacidad no simplemente como un oficio o una forma determinada de hacer ciertas cosas, sino como todo aquello en lo cual estamos facultados por Dios.

Por excelencia, el creyente es capacitado completamente por medio de la Palabra de Dios para toda buena obra (2 Ti. 3:16-17). El ejercitarnos para la piedad, leyendo y aplicando las Escrituras, aprendiendo acerca de Cristo en su ejemplo y obra, nos permite ser capacitados para llevar a cabo toda buena obra. Esto puede ser resolver problemas, aconsejar o desempañar un rol determinado.

Cuando administramos nuestro tiempo y nuestra vida, de tal forma que maduramos nuestras capacidades, estaremos mejor preparados cuando se presenten problemas. Miremos a José, el mismo estaba capacitado por Dios para ser gobernante sobre Egipto. A veces esta capacitación es más fácil o difícil en ciertos tiempos, por tanto, creo que es prudente y sabio saber administrar nuestros tiempos con respecto a esto.

Conclusión sobre los sueños del Faraón

La historia de José y el Faraón nos enseña a cómo administrar los buenos recursos para hacer frente a los tiempos difíciles. Nos muestra que esto va más allá del dinero, sino que es un principio general que nos da sabiduría para ser buenos mayordomos de todo cuanto nos ha dado Dios.

Necesitamos comprender que no siempre nos ira bien, que no siempre tendremos salud, fuerza o dinero. Pero cuando lo tengamos, no los despilfarremos, sino que usémoslo sabiamente.

Suscríbete

Recibe mis últimos artículos cada semana.

Julio César Guevara

Julio César Guevara

Autor, pastor, teólogo y creador de contenido digital. Este es mi blog. Espero que puedas sentirte cómodo, para así ayudarte y servirte con los dones que Dios me ha dado.