La idea romántica que muchos tienen acerca de Jesús sencillamente no encaja con el oficio real de Cristo ¿La razón? La figura de un rey en el contexto de la biblia era la de un guerrero y regente. Por eso, la idea de un rey que vendría a derrotar los enemigos de Israel, en el contexto del primer siglo, no era tan descabellada como muchos creen. El problema fue encasillarlo principalmente en su oficio real.
No obstante, al día de hoy, se encasilla a Cristo en otras áreas y atributos, como su amor y su sacrificio, sin darle importancia a su justicia y reinado. La realidad es que necesitamos a Cristo, al Cristo completo. Por eso, en este post vamos a considerar el oficio real de Cristo y como este es relevante para la iglesia del siglo XXI.
¿Qué es el oficio real de Cristo?
El oficio real de Cristo es la función de Jesús como Rey de reyes y Señor de señores. Esta función se basa en las profecías del Antiguo Testamento sobre el Rey Mesías, quien reinaría con justicia y rectitud.
Jesús reclamó este oficio para sí mismo cuando dijo: “Toda autoridad en el cielo y en la tierra me ha sido dada” (Mateo 28:18). Pero también fue cumplida en distintas formas, tanto en su ministerio prescrito, al igual que en su resurrección y ascensión.
¿Cómo vemos el oficio real de Cristo en la biblia?
El oficio real de Cristo se manifiesta en varios aspectos de su vida y ministerio. Los evangelios y las epístolas se refieren constantemente a Jesús como rey, algunas evidencias bíblicas de esto son las siguientes:
- Primero, Jesús es el Rey de Israel, el pueblo de Dios: Él fue ungido como rey por el Espíritu Santo en su bautismo (Lucas 3:21-22), y él reina sobre su pueblo con amor y justicia (Isaías 9:6-7).
- Segundo, Jesús es el Rey del universo, el Señor de todas las cosas: Él creó todo lo que hay (Juan 1:3), y él lo sostiene con su poder (Colosenses 1:16-17).
- Tercero, Jesús es el Rey de los creyentes, el pueblo de Dios que ha sido salvado por su gracia: Él reina sobre ellos con amor y cuidado (1 Pedro 5:7), y él los llevará a la vida eterna (Apocalipsis 21:1-4).
Estas evidencias muestran que Cristo es nuestro salvador y rey. Al mismo tiempo, El oficio real de Cristo es una fuente de gran esperanza y consuelo para los creyentes. Esta doctrina nos asegura que Dios está en control en el presente y que Él traerá justicia absoluta a la tierra en el futuro.
El oficio real de Cristo: pasado, presente y futuro
Al momento de hablar de esta doctrina es necesario que estudiemos la biblia desde distintas perspectivas.
Por un lado, es necesario hacer una revisión de las profecías del mesías como rey prometido a la tribu de Judá y descendiente de David.
Por otro lado, necesitamos entender cómo es que Cristo está reinando ahora y como se manifestará su reino final en el nuevo mundo. Entiendo esto, podemos afirmar y comprender que el oficio real de Cristo se evidencia en el pasado, presente y futuro:
El pasado
En el antiguo testamento Dios había prometido que el cetro no se apartaría de la tribu de Judá, esto, sin duda, no solamente apuntaba a Cristo, sino también al hecho de que este vendría de dicha tribu (Gen. 49:8-10). Es precisamente de esta tribu donde viene David y “su hijo” quien se promete que reinaría a la diestra de Dios (Sal. 110:1). Por eso, en los evangelios se hace tanto énfasis en que Jesús es hijo de David, descendiente de David, la simiente de David.
Ahora, esta no es la única referencia que encontramos en los evangelios, sino que incluso existen profecías concretas que tenían un sentido única y exclusivamente en la persona de Cristo, especialmente en los eventos narrados en los evangelios y en su resurrección (Mt. 1:1; 9:27; 12:23).
Así, de esta manera, Jesús viene a ser el rey prometido, cumpliendo así el oficio real y las profecías del Antiguo Testamento concernientes al rey mesías.
El presente
No obstante, la historia no queda hasta allí, sino que esta viene a ser presentada de manera perpetua al relatarnos que este Cristo, quien ha muerto y resucitado, ha ascendido, y efectivamente está sentado en el trono de Dios como corregente en el cielo y en la tierra (Heb. 1:5-14). Esto, entre muchas cosas, significa que Cristo reina hoy para el bien de su pueblo y para llevar a cabo sus propósitos en la humanidad.
El Señor Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18; Sal. 2:6-9), sostiene todas las cosas con su poder, está por encima de cualquier otra autoridad, y está sentado a la diestra del Padre hasta que este ponga a todos sus enemigos al estrado de sus pies.
Esta idea tiene serias implicaciones para nuestro día a día, y la forma como nos desenvolvemos en el mundo. Porque hoy, en este mismo instante, Cristo es el rey de todo el universo.
El futuro
La Escritura describe el regreso de Cristo como un rey que viene a juzgar a sus siervos, que elimina por completo a sus enemigos, y que se sienta para reinar. De hecho, cuando los cristianos oramos para que «venga a nosotros tu reino», oramos para que la plenitud del reino de Cristo se establezca entre nosotros. Esto tiene dos significados basicos:
- Que anhelamos, pedimos y deseamos, quesu reino en este tiempo se hagan más evidentes (esto es, que su iglesia crezca, que las naciones se conviertan, que los reyes gobiernen con temor de Dios y conforme a su Palabra, etc.).
- Que la plenitud de su reino, con el cielo y la tierra nuevos, venga a nosotros. Dicho de otra manera, oramos por la segunda venida de Cristo sobre este mundo. Allí, nos encontraremos con la perfección.
La biblia describe el suceso de la segunda venida como la llegada de un rey a caballo, vestido de sangre, con nombres que declaran su grandeza y su identidad (Ap. 15:2-3; 17:13-14; 19:16). En definitiva, este reino del cual nos habla la biblia, y el cual es parte de nuestra esperanza, es el reino perfecto y pleno de nuestro gran Cristo.
Conclusión
El oficio real de Cristo nos muestra desde distintos ángulos que Cristo es el rey prometido para nuestro pasado, presente y futuro. Sabemos que Él reina hoy en su iglesia y sobre la faz de la tierra, y que vendrá para culminar su obra en medio de este mundo, por eso clamamos ¡Oh, ven Rey Jesús!