Uno de los conceptos que más preguntas genera sobre el cristianismo es la idea del infierno y quién termina allí. Muchas personas piensan que el infierno es para aquellos que no cumplen ciertas reglas o que no siguen un conjunto de normas religiosas. Sin embargo, no se trata de reglas (al menos no principalmente). Las personas van al infierno, por rechazar el amor de Cristo, no por fallar en cumplir una lista de comportamientos (ver Jn. 3:17-20).
C. S. Lewis lo explicó bien:
«El infierno no es un lugar donde Dios te envía. Es un lugar donde eliges ir si insistes en seguir tu propio camino en lugar de seguir el camino de Dios.»
Si alguien va, es porque ha decidido, por su propia voluntad, rechazar el perdón que Dios ofrece por medio de la fe en Jesucristo.
El amor de Dios se expresa de manera más profunda en el sacrificio de Cristo. Dios nos ofrece una salida del pecado, no solo del infierno. Si bien no es por nuestras obras que somos salvados, no podemos abrazar el amor de Cristo y al mismo tiempo rechazar lo que Él hizo por nosotros. Aceptar su amor implica reconocer que necesitamos perdón y confiar en Él para recibirlo.
¿Es posible aceptar el amor de Cristo sin seguir las reglas religiosas?
Algunas personas preguntan si es posible recibir el amor de Cristo sin tener que seguir lo que perciben como «reglas absurdas» o sin asistir a la iglesia. Ciertamente, la salvación no depende de cumplir reglas, sino de aceptar el amor y la gracia de Dios en el Evangelio. Sin embargo, cuando alguien realmente entiende y acepta ese amor, el cambio viene desde dentro. No se trata de seguir normas porque sí, sino de vivir de acuerdo con lo que Cristo enseña, porque lo que enseña está basado en el amor y en una vida plena.
Además, Cristo te salva del pecado, no solo del infierno, y eso significa que, al aceptar su amor, reconoces que hay una forma mejor de vivir: en relación con Él, con el prójimo y con la creación. Por esto, es importante entender el propósito de las enseñanzas de Cristo y no verlas como simples reglas, sino como guías para vivir de manera justa y plena.
¿Es justo que «buenas personas» vayan al infierno?
Es común escuchar que alguien piense que es injusto que personas «buenas» puedan ir al infierno simplemente por no creer en Dios, mientras que alguien que ha hecho mucho daño podría ser perdonado si acepta a Cristo. El problema aquí es como definimos lo que es ser «bueno». Según la Biblia, nadie es verdaderamente bueno según el estándar de Dios, porque todos hemos pecado (Ro. 3:10-12; Is. 64:6; 1 Jn. 1:8). No se trata de quién es mejor que otro, sino de que todos necesitamos el perdón de Dios.
No podemos autojustificarnos con nuestras obras. Aunque nuestras buenas acciones son importantes, no son suficientes para ganarnos el cielo. La salvación viene por medio del sacrificio de Cristo, no por lo que podamos hacer nosotros. El amor de Cristo es para todos, pero solo aquellos que lo aceptan recibirán su perdón.
¿Es Dios responsable del sufrimiento en el mundo?
Una objeción común al cristianismo es la idea de que, si Dios es bueno, ¿por qué permite tanto sufrimiento en el mundo? Esta es una pregunta válida, pero la respuesta cristiana es que Dios no es el causante del mal. El mal es consecuencia del pecado humano. Dios creó al ser humano con libre albedrío, lo que significa que tenemos la capacidad de hacer el bien o el mal. Y, lamentablemente, muchas veces elegimos mal.
Dios no se complace en el sufrimiento humano. Al contrario, envió a su Hijo para darnos una solución al problema del mal y del pecado. A través de Cristo, Dios ofrece una esperanza de redención y una promesa de que el mal no tendrá la última palabra. Aunque el mal existe, Dios ha provisto una manera de restaurar todo y hacer nuevas todas las cosas.
¿Es la religión solo una forma de control?
Algunas personas creen que la religión, incluida la fe cristiana, es solo una herramienta para manipular o controlar a las masas. Pero esta visión es un malentendido de lo que realmente enseña el cristianismo. La fe cristiana no se trata de control, sino de libertad: libertad del pecado, libertad para vivir una vida de amor y servicio a Dios y al prójimo.
El cristianismo ha enfrentado los problemas del mal y el sufrimiento durante más de dos mil años. No es una forma de escapar de los problemas reales, sino una manera de abordarlos. Dios nos llama a vivir una vida plena, pero esa vida comienza con reconocer que lo necesitamos a Él.
Este es un ejemplo de este pensamiento que no refleja el verdadero pensamiento del cristianismo:
¿Es el cristianismo contradictorio?
Finalmente, muchas personas piensan que el cristianismo está lleno de contradicciones. Pero la mayoría de estas supuestas contradicciones provienen de malentendidos o lecturas superficiales de la Biblia. La Biblia, cuando se estudia con cuidado, ofrece un mensaje coherente sobre quién es Dios, qué espera de nosotros, y cómo nos ama.
El cristianismo no pide una fe ciega, sino una fe que se pueda investigar y comprender. Dios no es un tirano que impone reglas sin sentido, sino un Padre amoroso que nos ofrece su perdón y nos llama a vivir para Él. Si tienes dudas o preguntas, te animo a estudiar más a fondo lo que realmente enseña el cristianismo.
Conclusión: Aceptar el amor de Cristo
En resumen, el cristianismo no se trata de cumplir reglas, ni de temer al infierno, sino de recibir el amor de Cristo y vivir una vida transformada por ese amor. Aceptar el perdón de Dios no es simplemente evitar el castigo, sino abrazar una relación con Él y vivir en comunión con su creación. El cristianismo responde a las grandes preguntas de la vida, y ofrece esperanza para el futuro. Si aún tienes dudas, te invito a investigar más, a leer la Biblia y a descubrir por ti mismo qué significa realmente seguir a Cristo.