En la actualidad podemos confundir tendencia y popularidad con la verdad. Pensamos que lo que vemos en nuestras pequeñas pantallas, enmarcados con miles de visualizaciones y cientos de reacciones, es la realidad de las cosas. Pero lo cierto es que en ocasiones es lo contrario.
Como una clase de espejo maligno, la realidad que nuestros teléfonos inteligentes no presentan es una simple mentira. Un discurso pautado, una historia contada por el diablo. Lastimosamente, sobre este asunto, no solamente han caído los incrédulos, sino también los creyentes.
En relación con esta temática general, desde este blog cristiano quiero hablar sobre “el teólogo de la calle”, un claro ejemplo de esto. Veremos un poco sobre quién es, su historia y porque se ha hecho tan viral. Además, daré algunas reflexiones sobre el tema, tratando de edificar al pueblo de Dios con este breve escrito, en virtud de lo que implica todas estas cosas para nosotros.
Primero, ¿Quién es el teólogo de la calle?
Jorge Holguín, de 44 años de edad, situado en Medellín, Colombia, es conocido en redes sociales como “el teólogo de la calle”. Esta persona se ha hecho viral al mostrar su conocimiento teológico, a la par que se presenta evidentemente como un hombre que no tiene hogar, que vive en la calle.
Entre los muchos temas que ha abordado han sido algunos referentes al diezmo, la situación de Venezuela, las sectas y el ateísmo. Haciendo una búsqueda rápida en YouTube nos podríamos dar de cuenta que realmente él es alguien que no tiene una cuenta oficial, sino que diferentes creadores de contenido (no cristianos) han tomado al personaje para tomar viralidad para sus propios canales.
A ciencia cierta no se sabe la historia del “teólogo de la calle”, el mismo ha afirmado que Dios lo llamo a vivir en la indigencia, abandonar a su familia y a su esposa para dedicarse a esta tarea. Lo cierto es que no pertenece a ninguna iglesia y ha habido distintos tipos de testimonio que revelan que en vano honra a Dios con sus labios viviendo impíamente.
Por dar una muestra de esto, esta imagen la he tomado de un video de Juan Manuel Vaz hablando sobre este personaje (tengan en cuenta que no tengo manera de validar lo certero de dicho comentario), en el cual se muestra el tipo de respuestas que ha dado a aquellos que lo han querido sacar de su condición:
Este es solamente un ejemplo llamativo. Es normal ver por Internet comentarios parecidos e incluso videos que explican su verdadera condición. Por experiencia, sé que las personas en condición de calle son difíciles de tratar y que gran parte de su problemática radica en su corazón, y no tanto en la carencia de iniciativas cristianas.
Algunas consideraciones sobre el teólogo de la calle
A medida que me han aparecido los videos del teólogo de la calle, he estado dejando algunos comentarios aclarando, a la luz de la Escritura y la razón, que muchas de las apreciaciones sobre este personaje son equivocadas y que no ven lo que realmente hay de fondo.
Un cristiano que vive en la calle es una afrenta para la iglesia
La iglesia cristiana ha sacado a cientos de miles de personas de la condición de calle. Son muchísimos los hombres y mujeres que han testificado como Cristo los libero de vicios, hábitos y pensamientos que los desterraron de sus hogares. Pero no solamente ha sido Dios, sino que ha sido Dios por medio de su iglesia, es Dios quien se ha esforzado por rescatar al perdido y proveer ayuda al necesitado.
Si esto es así con respecto a los incrédulos, ¿Cuánto no más debería ser así con respecto al creyente?
En este caso, o la iglesia cristiana de Medellín ha fallado terriblemente en su labor de “amarnos los unos a los otros” (Jn. 13:34), o esta persona ha rechazado todo tipo de ayuda que le ha brindado la iglesia y, por consecuencia, todo tipo de ayuda que Dios le ha brindado para sacarlo de su condición. Véase por donde se vea, un cristiano que vive en la calle es, por lo menos, algo bastante sospechoso.
El conocimiento sin verdadera vida es vano
Es comprensible el porqué de su viralidad, no solamente por el fenómeno de teología e indigencia, sino también porque el hombre suele hablar con soltura sobre diferentes tópicos, citando las Escrituras y siendo preciso en algunos comentarios. Parece ser de la escuela de los “predicadores de la calle” que era un grupo de hermanos que predicaban continuamente de lugar en lugar, llevando la Palabra, pidiendo ofrendas a las personas que le escuchaban y dedicándose por completo a la obra evangelistica. Una de sus características más resaltantes era su capacidad de citar textos bíblicos.
Pero, como lastimosamente sucedía con algunos evangelistas populares, vivían meses sin sus esposas e hijos, e incluso podrían llevar una vida de adulterio en secreto. La realidad es que todo aquel que habla de las Escrituras debe hacerlo con debido respeto, procurando aplicar a su propia vida el mensaje de salvación y en sumisión a una iglesia local sana que vele por su integridad.
Bien nos hace falta entender la advertencia de Santiago, de no hacernos maestros de otros a la ligera, pues debemos considerar que eso nos traerá mayor condenación (Stg. 3:1). Pero no solamente esto, sino que debemos considerar que, si sabemos qué personas como estas no viven conforme a lo que predican e ignoran el consejo de Dios voluntariamente, nosotros mismos contribuimos al peso que caerá sobre él en el día del juicio cuando les damos fama y estimulamos su viralidad. Por amor a sus almas, no deberíamos permitirles seguir enseñando.
Las personas no tienen discernimiento
Es triste ver que se les esté dando viralidad a personas que no deberían. Pero esto es solamente una señal de que las personas no disciernen las cosas. El título “teólogo de la calle” es una completa contradicción, revela que algo está mal y que se necesita tomar lo que se dice con cuidado.
No obstante, es más fácil ignorar la lógica, la Escritura y la verdadera vida cristiana.
¿Cómo es posible que los creyentes de hoy, estén apoyando a alguien que toma las Escrituras con sus labios, y unos minutos más tarde, va, con ese mismo labios, a consumir drogas? Y sé que tal vez no tengamos la capacidad de saber todas estas cosas, pero no podemos dejarnos llevar por el encanto de las redes, ni mucho menos apoyar aquello que está en completa contradicción con lo que Dios desea para los suyos.
A modo de conclusión
Mi deseo por Jorge Holguín, el mal llamado “teólogo de la calle”, es que conozca a Cristo, que sea regenerado totalmente y que el conocimiento que tiene en su cabeza no sea para condenación sino para salvación. Pero sobre todo me preocupa la condición de los creyentes que no parecen discernir algo tan visible como es esto.