Algunas personas piensan que el balance en el ministerio, o en la vida cristiana, es una palabra pretenciosa. Entiendo lo que dicen, pero para mí, no hay otra palabra para mantener en orden todas las cosas que tengo por hacer en su justa medida.
Creo que esto tiene vital importancia para muchos, ya que no me dedico al ministerio a tiempo completo y necesito mantener muchas cosas en absoluto orden para poder avanzar. Dicho esto, quisiera dejar algunas reflexiones sobre lo que implica tener un balance en el ministerio.
Balance en las áreas de servicio
No niego que en ocasiones hay algunos asuntos urgentes que debemos tratar. Llamas que, si no las atendemos a tiempo, pueden generar más daños de los que esperamos. Sin embargo, el ministerio cristiano no puede estar centrado en las cosas urgentes, debe tener cierto orden y comportamiento regular.
La pregunta es, ¿Cuál es ese orden y comportamiento?
Creo que esto puede depender de muchos factores, como el tipo de iglesia, su madurez, estado y otras cosas. No obstante, estoy convencido de que todo ministro debe dedicarse a tres cosas fundamentales:
- La predicación y administración de los sacramentos.
- Las visitas y la consejería pastoral.
- El evangelismo y el discipulado de los recién convertidos.
En mi experiencia, no son pocas las veces donde estas áreas pueden entrar en conflicto. Un ejemplo típico es lo que muchos cristianos dicen cuando ven a otro cristiano debatiendo en las redes sociales, alegando que muchas almas se pierden y que debemos dedicar esas energías en evangelizar. Más allá de sí el debate es sano o no, debemos comprender que no todo se trata de evangelizar, ni todo se trata de preparar buenos sermones o de realizar visitas. Cada cosa tiene su lugar.
Aquí creo que es sabio aplicar lo que dice el Señor Jesucristo a los fariseos en Mateo 23:23 (NVI):
Debían haber practicado esto sin descuidar aquello.
En este sentido, confieso que muchas veces me he sentido con la inclinación en a practicar “esto” y descuidar “aquello”. Debemos pensar y organizar nuestro tiempo, nuestras energías, recursos y otras cosas para lograr hacer lo que debemos hacer según la necesidad de nuestra propia congregación.
Balance entre el trabajo y el ministerio
Alguno de nosotros nos ha tocado dedicarnos parcialmente al ministerio. En mi caso, no recibo salario ni ayuda monetaria por el ministerio pastoral en vista de los escasos recursos de nuestra congregación. Eso hace que el trabajo sea más difícil y que el tiempo sea escaso.
Nuevamente, esto ha hecho que en muchas ocasiones vea un choque entre el trabajo y el ministerio, donde alguno dificulta al otro. Si este es tu caso, necesitas saber que Dios demanda de ti ser glorificado tanto en un área como en la otra. La idea aquí no es estar en pugna, sino que coordines cada área para darle fuerza y mejorar.
Esto no es simple y creo que muchos consejos que pueda dar no serán acertados por falta de información. Pero podría decir algunas cosas bastante generales al respecto:
- Trata de no ver tu ministerio y trabajo en conflicto, Dios te ha colocado en esa situación por algún motivo.
- Intenta un área retroalimente a la otra, esto significa que busques cosas que ayuden a tu ministerio en tu área de trabajo y cosas que ayuden a tu trabajo en tu área de ministerio.
- Alégrate en el trabajo bien hecho, sea en el ministerio pastoral o en tus labores cotidianas, el ministerio o el trabajo no lo es todo ¡La gloria de Dios sí!
Estos, nuevamente, son aspectos generales. Ya te toca a ti considerar tu propia condición y procurar el mejor balance para tu ministerio y trabajo.
Balance entre las labores y el descanso
Pocas veces se nos habla de la necesidad y obligatoriedad del descanso. Pensamos que esto de descansar, tomarse unas vacaciones y dedicar un día a distanciarse de las labores es algo poco espiritual. Yo mismo llegue a caer en excesos de trabajo por no tomar en cuenta la importancia de este tema.
La realidad es que no podemos hacer nuestro trabajo si no aprendemos a descansar y recobrar fuerzas. Si nuestra alma, cuerpo o mente se fatiga, será menos eficiente para la labor.
Esto es algo a lo que le preste más atención cuando mi esposa, luego de predicar, me decía: el sermón estuvo muy bueno, pero, te veías cansado.
Algunos piensan que son muy abnegados, espirituales y piadosos por trabajar hasta el cansancio, ¡Algunos ni siquiera saben cómo hacerlo! Pero, cuando vienen los problemas del corazón, la depresión, la ansiedad, el burnout, no se verá como algo muy espiritual. Saber descansar es de vital importancia para poder encontrar balance en el ministerio.
Balance entre la iglesia y la familia
Se ha dicho muchas veces que la familia es el primer ministerio del pastor, que sus hijos y su esposa deben ser la prioridad. Y aunque estoy de acuerdo con esta declaración, al no comprender adecuadamente esto y lo que implica, no puede ser visto de forma adecuada.
Digo esto porque existe una remota posibilidad de ser un irresponsable en los asuntos espirituales, las necesidades de la iglesia y otros asuntos, excusándose en aquel “primer ministerio”. Hermanos, no nos engañemos, la clave está en darle cada cosa su espacio.
En este sentido, el ministro debe saber evaluar correctamente las necesidades de su familia como de su iglesia para poder atender y proveer para ambas. Necesitamos entender que las almas de nuestra familia como de nuestra iglesia son valiosas a los ojos de Dios y, nuestro esfuerzo y sabiduría, debe procurar atender ambos asuntos.
Palabras finales…
Una vida ministerial balanceada puede ser como un santo grial, mítico y fantasioso. Algo casi imposible de lograr. En mi caso particular he visto cada vez más de cerca el cumplimiento del balance. El autoexamen, el consejo de otros hermanos (sobre todo de tu esposa), la disciplina, el orden y una buena cantidad de reflexión son clave. Tú, por tu parte, sigue caminando y procurando colocar cada cosa en el lado de la balanza que corresponda.