A la iglesia se le ha dado la tarea de evangelizar, así que toda iglesia debe ser una iglesia evangelizadora por naturaleza. Pero, como muchas otras cosas que debería ser la iglesia, en ocasiones no lo llega a ser. La razón es siempre la misma: nuestro pecado y condición caída.
Uno de los primeros pasos para volver a lo que se supone que débenos ser es identificar las características de ello y ponernos manos a la obra en cada característica en cuestión. Por eso, en este post, voy a mostrarte que es lo que caracteriza a una iglesia evangelizadora para que así te puedas poner a desarrollar a tu iglesia en cada una de estos aspectos.
7 características de una Iglesia Evangelizadora
En forma general, creo que en las Escrituras podemos notar a una iglesia evangelizadora por medio de estas características:
1. Una iglesia atractiva en su carácter
Una iglesia evangelizadora tiene que tener un carácter vibrante, que evidencia que está siendo transformada por el evangelio, que tienen vida dada por el Espíritu Santo y que experimenta un profundo amor por Jesús y por el prójimo.
Esto se refleja en la manera como los hermanos se tratan los unos a los otros, la felicidad que contagian a otras personas, lo que transmite la predicación desde el pulpito como debajo del, las escuelas bíblicas, la comunión entre hermanos y el crecimiento constante a la imagen de Cristo.
Para esto se requiere que exista un liderazgo fuerte, que realmente se dedique al discipulado de forma cercana. Esto significa visitarlos, saber cuáles son sus necesidades, sus luchas y sus debilidades. Requiere aprovechar los dones, ponerlos al servicio de Dios y su Palabra. Implica ser flexibles en algunos puntos, pero celosos con la Palabra de Dios para amar al perdido. Supone humildad, oración y búsqueda sincera de Dios.
2. Una iglesia impactante en su obrar
Las buenas obras tienen un sentido amplio. Estas se aparecen en el servicio interno de la iglesia, pero también en el servicio externo a la sociedad. Una iglesia que participa de las problemáticas sociales, pero que también cuida de su propia comunidad, demuestra tener coherencia entre lo que hace y predica.
El llegar a generar un impacto a nivel social no es un asunto fácil, como tampoco se logra de un momento a otro. Por eso, la iglesia debe mantenerse obrando para bien de los suyos y la sociedad, basados no en el deseo de alcanzar resultados de conversión (que no son malos en sí mismos), sino en su disposición de servir y actuar como Jesús, buscando ser sal y luz en este mundo al mismo tiempo.
3. Una iglesia de unidad y consistencia
Si bien podemos dejarnos llevar por lo que es más práctico y atractivo, hay un peligro en solamente enfocarnos en el evangelismo y en los resultados. La cosecha puede dañarse si no se trata adecuadamente. Con esto quiero decir que la iglesia no solamente debe estar preparada para atraer, sino también para que cuando las personas lleguen, entren a un “ecosistema” saludable, en el que se les permita integrarse y crecer.
Para esto la iglesia debe tener unidad: doctrinal y en compañerismo (este último lo vamos a tratar en el punto cuatro). Las divisiones doctrinales son la base de la división personal, y ningún nuevo creyente va a sentirse seguro en un lugar donde la división está latente. Por eso, debe haber un vínculo de amor, pero sobre todo debe haber un criterio doctrinal claro que pueda permitir a cada uno de los congregantes decir en unanimidad “¡En esto creemos!”
Pero la falta de criterios doctrinales no es el único peligro para un nuevo creyente, sino también la falta de consistencia con lo que se cree. Son muchas las personas que se van de las iglesias no porque estén en desacuerdo con la doctrina, sino con la forma inadecuada (o descuidada) que se vive la doctrina. Es necesario que la iglesia, si quiere ser verdaderamente evangelizadora, sea coherente con aquello que cree y se esfuerce en vivir conforme a los términos de la Palabra de Dios.
Esto se demuestra, entre muchas cosas, en la relación que existe en un articulo en que trate el sobre el evangelismo y discipulado.
4. Una iglesia de amor amplio
El amor es atractivo, pero en ocasiones mal definido por nuestra sociedad. Lo cierto es que si esperamos ser una iglesia evangelizadora necesitamos un amor externo e interno. Esto podríamos dividirlo, esto podríamos explicarlo y entenderlo, en estos dos aspectos de vital importancia:
El amor hacia los hermanos (amor interno)
El amor hacia los hermanos es un testimonio también para los de afuera (Jn. 13:31-35). Cuando el amor familiar de la iglesia es evidente, esto genera un buen impacto, derrite la dureza de corazón de los no creyentes y los atrae a ser parte de la congregación. Todos necesitamos y deseamos ser amados, y cuando una iglesia brilla por su amor comunitario, hay una asombrosa seguridad de que allí, bajo una misma fe, se encontrará ese amor.
En este punto es importante definir debidamente el amor. No se trata de pasar todos los pecados por alto, ni aceptar conductas abiertamente pecaminosas. El amor debe practicarse conforme a los términos de Dios: en su justo balance entre la búsqueda de la santidad y la práctica de la misericordia.
Por un lado, habrá un amor incomodo, que te llama al arrepentimiento, pero también uno amable y consolador, ese amor es sumamente necesario para ser una iglesia evangelizadora.
El amor hacia el prójimo (amor externo)
A mí siempre me sorprende que una de las emociones que más caracterizó a nuestro Señor Jesucristo fue la compasión por las multitudes. Esa compasión debe estar presente en cada miembro de la iglesia, tiene que haber un amor sincero por las almas que se pierden, por los familiares que no tienen a Cristo, por el vecino que sufre por sus propios pecados y por todos y cada una de las almas que andan como ovejas sin pastor.
Pero este sentimiento no define el amor, sino más bien lo impulsa. El verdadero amor se caracteriza en hacer algo por aquellos que están perdidos, no solamente en los eventos evangelísticos de la iglesia, sino también en la vida personal. Este tipo de amor se ve como Jesús predicando a las multitudes o visitando al desamparado en casa.
El amor de Jesús está en la iglesia cuando esta iglesia ama a los perdidos como Jesús amo a los perdidos, cuando esta se esfuerza en entenderlos, saber cuáles son sus necesidades, contextualiza el evangelio y trata, usando todos los medios legítimos, de alcanzar al perdido.
5. Una iglesia que da para la evangelización
Si quieres saber que es importante para los miembros de tu iglesia, observa en que dan sus ofrendas. Si quieres ver que es importante para la iglesia, observa en que dedican su presupuesto. Porque la realidad es que gastamos o invertimos dinero en aquello que consideramos importante a nivel personal.
Una iglesia evangelizadora tendrá la tendencia a invertir el dinero en plantación de nuevas iglesias, en recursos para evangelizar, en programas de discipulado, en eventos evangelísticos, en misiones y en muchas otras cosas relacionadas. Enseñar a los miembros de la congregación a poner sus intereses (dinero) en esta área del ministerio es importante para afianzar un compromiso real, y no solamente de palabras, en la evangelización.
Pero cuando hablamos de dinero en la iglesia es casi inevitable entrar en un punto difícil de tratar, la razón de esto es que es un tema que levanta alarmas e irrita ciertas sensibilidades. Por eso esto debe hacerse con sabiduría, y saber cómo manejarlo de manera que no se vea con manipulación. En general, es algo que puedes hacer simplemente solicitando no necesariamente dinero, sino la compra de algún recurso (tratados, biblias, equipos, etc.), como también indicando cual es el monto buscado y en que se piensa invertir.
6. Una iglesia con un liderazgo evangelizador
Es muy común tener pastores que se dedican por completo a asuntos más “profesionales…” y que la evangelización sea algo relegado a la congregación. Esta idea ha venido con algunos libros de iglecrecimiento que afirman que hay una tendencia a rechazar a los líderes religiosos (¿Entonces para que invitamos no creyentes a las iglesias?). Pero la realidad es que en las Escrituras hay un mandamiento claro a hacer obra de evangelista (2 Tim. 4:5).
¿Qué significa hacer obra de evangelista?
Esta es una pregunta no tan sencilla de responder, particularmente porque hoy en día se piensa en personas como Billy Graham o Luis Palau para hablar de evangelistas. Si ese es el concepto entonces ¿Significa que los pastores y líderes deben ir de ciudad en ciudad haciendo campañas multitudinarias con música y marketing de por medio? En absoluto.
La biblia no piensa en Billy, más bien piensa en Felipe cuando habla de un evangelista.
El evangelista simplemente era alguien que se dedicaba a evangelizar de manera pública (en plazas, por ejemplo), y de manera privada (como cuando Felipe evangeliza al etíope). Y no se trata de ser evangelista (dedicarse por completo a esta labor), sino a hacer la obra de evangelista (incluirlo dentro del trabajo pastoral). Esto significa que los pastores y líderes de la iglesia, si aceptan este mandamiento apostólico, necesitan dedicar sus esfuerzos a evangelizar.
Esto hará que la iglesia crezca en evangelismo al ver a su pastor o pastores como ejemplos de evangelización, las personas serán ganadas por estos hermanos y también ayudará a formar la iglesia para la evangelización al estar familiarizado con las personas del mundo.
7. Una iglesia que evangeliza integralmente
Creo que dentro del movimiento evangélico actual ha surgido una tendencia al pragmatismo. Las personas no preguntan si algo es bíblico o no, sino simplemente si algo funciona. Nuestro celo debe estar principalmente en agradar a Dios antes que de generar resultados para formar mega iglesias.
Nuestro celo tiene que estar en cumplir la gran comisión. No obstante, también es cierto que podemos irnos al lado contrario, restándole importancia a los métodos evangelísticos o a los resultados. En este sentido necesitamos poner especial atención a una evangelización integral: usar las redes sociales para evangelizar, ideas y actividades individuales para atraer personas a la iglesia o una conversación evangelística, eventos para la comunidad, proyectos de ayuda a la comunidad, protocolos de seguimiento, estrategias de evangelización, etc.
Realmente se trata de pensar y esforzarnos conjuntamente para alcanzar al perdido. Una iglesia evangelizadora se verá como una gran maquinaria con un montón de procesos para atraer personas a los pies de Cristo, confirmarlos en el evangelio y en la vida cristiana.