Yo también me he sentido frustrado de predicar el evangelio y no ver conversiones. Sabemos que el nuevo nacimiento, la conversión, depende de Dios. Pero, ¿Hay algo que podamos hacer para ver más frutos en lo que hacemos? En este artículo estaremos contemplado esto, y como es que se ve la evangelización de eficaz.
¿A que nos referimos con evangelización eficaz?
Primero, partamos de que es evangelización: la comunicación del evangelio para el arrepentimiento y la fe en Jesucristo. Es un concepto corto y sencillo. Pero ¿Qué es eficaz? ¿A que nos referimos cuando algo (la evangelización en este caso) es eficaz? Así nos lo define Google:
«Que produce el efecto esperado, que va bien para determinada cosa.»
Entonces, cuando hablamos de evangelización eficaz nos estamos refiriendo a la evangelización que se caracteriza por generar el resultado esperado. La pregunta es ¿Cuál es ese resultado?
¿Cuál es el resultado que debemos esperar (o no) de la evangelización?
El resultado esperado de la evangelización es como el resultado esperado de sembrar una semilla: la planta que surge de ella debe ser acorde a la naturaleza de si misma. Nadie espera manzanas de un olmo, o mango de las semillas guanábana. Por tanto, cuando predicamos el evangelio debemos esperar los frutos del evangelio.
He aquí algunas cosas que la biblia nos muestra que deberíamos esperar:
Esperar que la gente crea y se arrepienta
Este es el llamado de acción que la predicación del evangelio nos presenta siempre. Sea de parte de Jesús, Juan el bautista o los Apóstoles, siempre había un llamado a la fe y al arrepentimiento. Esto se presenta tanto como una promesa como una demanda. Por un lado, es una promesa, la fe y el arrepentimiento se acompaña con la oferta de salvación, el Espíritu Santo y mejores tiempos, como también es una demanda al ser dada con la autoridad del heraldo que habla de parte de su Señor.
De modo que el evangelismo eficaz espera producir esto. Sabemos bien que el Espíritu Santo es quien realmente produce la fe, como también quien capacita al hombre para el arrepentimiento. No obstante, la tarea de quien comunica la Palabra es la de persuadir al no creyente a arrepentirse y estar convencido de la verdad predicada.
Esperar que la gente de frutos
Quien predica el evangelio, como cual agricultor, espera que esta de fruto a su tiempo. De hecho, este resultado no se ve rápidamente ni se puede dar por sentado en poco tiempo. Según nos muestra el Señor en la parábola del sembrador (Mt. 13), hay algunos retoños que, luego de un tiempo, mueren, demostrando así que no eran convertidos genuinos.
Pero lo cierto es que lo que debemos esperar de la evangelización es que el evangelio de un fruto real: una vida transformada, verdadera vida cristiana, gozo en el Espíritu Santo, amor por Dios y por el prójimo, etcétera.
Esperar que la gente se una a la iglesia
En la primera conversión masiva del libro de Hechos no vemos que las personas se hayan ido cada cuál por su lado, por el contrario, se congregaban todos los días. Esto no solamente en el templo sino también en las casas por medio de comidas de comunión.
Aquí había una unidad genuina, no solamente en el sentido institucional del término, sino sobre todo en su sentido experiencial y vivencial. Si bien un nuevo creyente no necesariamente se le debe apresurar en el servicio (especialmente con respecto a ciertos dones como la enseñanza), el amor cristiano o entre creyentes debe ser una evidencia en él.
Aspectos como establecer relaciones con otros cristianos más maduros, ser parte de las células o los grupos familiares, asistir asiduamente a la congregación, el participar en los eventos y áreas de servicio común, son cosas que manifiestan una unidad espiritual con la iglesia y que al mismo tiempo manifiestan una unidad espiritual con Cristo.
Cosas que no debemos esperar
En general, deberíamos tener cuidado de esperar cosas que la biblia no describe, pero también deberíamos tener cuidado de sacar conclusiones demasiado apresuradas. Es decir, no deberíamos esperar cosas que Dios no dice que va a producir, como tampoco deberíamos esperar resultados en los tiempos que a nosotros nos parecen adecuados.
Por afirmar algo, alguien podría esperar que un nuevo creyente cambie su manera de vestir a causa de su nueva transformación en Cristo. Pero, ¿Qué pasa si no hay nada de pecaminoso en su forma de vestir y el asunto esperado (el cambio de vestimenta) es más bien un asunto de conciencia del otro cristiano? En estos casos debemos tener cuidado de presentar como demandas de Dios, e incluso como frutos del evangelio, cuestiones meramente personales.
Lo mismo pasa con respecto al tiempo. En mi experiencia, hay personas que crecen rápido y firme, pero hay otros que crecen lento y con muchas dificultades. No importa si la persona va a la velocidad de una tortuga mal herida, o al paso de un caballo de guerra, lo importante es que esa persona se acerque cada vez más a Cristo, abandonando su pecado y viviendo para la gloria de Dios.
¿Qué cosas juegan un papel importante en la evangelización eficaz?
Ahora bien, hemos definido que es evangelismo eficaz y que deberíamos esperar en términos de resultado de parte de este. Ahora lo que necesitamos definir es como funciona el evangelismo eficaz, como hacemos, humanamente hablando, que esos resultados se den.
Nuevamente, tenemos que partir del balance entre la instrumentalización de Dios, es decir, el hecho de que Dios usa medios para producir estos resultados, como también debemos tener en cuenta que es el Espíritu Santo quien al final de todo da estos resultados. La conversión es un milagro, pero no es un milagro que ocurra sin la mediación humana.
La verdadera predicación
No puede haber conversión, transformación y nueva vida, sin la predicación del evangelio. Pablo lo dijo «A Dios le agrado salvar los hombres por la locura de la predicación» (1 Co. 1:21), dicho de otra forma, Dios designó salvar a los hombres por medio de la predicación del evangelio.
Pero, no es que la predicación, como expresión de comunicación en si misma tenga poder. Para nada. Por el contrario, el poder radica en el evangelio que se predica, y no en la predicación en sí. Pero cualquiera pudiera contradecir diciendo con su voz exceptiva «Pero entonces, ¿De qué sirve la predicación si el poder está en el evangelio? ¿No podríamos usar cualquier tipo de comunicación y esta sería igualmente efectiva?» ¡No! Debemos volver 1 Corintios 1:21, Dios designa la predicación como el medio y las circunstancias para salvar a los pecadores.
A veces Dios puede combinar ciertos eventos o circunstancias para ablandar el corazón del pecador, pero no es hasta que la Palabra de Dios obra por medio de la predicación que la salvación es sellada en el alma del pecador.
Por tanto, siempre apóyate en la predicación del verdadero evangelio y nunca recurras a sustitutos de ellos.
La búsqueda de la persuasión
Hay un pensamiento bastante popular entre los cristianos, y es que buscar convencer está mal. Ellos, afirman que eso es tarea del Espíritu Santo, y que su responsabilidad es simplemente predicar sin más. Pues eso es precisamente la persuasión: tratar de convencer al otro a través de razones y argumentos.
El problema con esto es que eso no es acorde al pensamiento apostólico de la evangelización. Pablo dice en 2 Corintios 5:11 «como sabemos lo que es temer al Señor, tratamos de persuadir a todos». Esto significa que la persuasión es parte de la evangelización. Tenga en cuenta que el pasaje citado está en el contexto del ministerio de la reconciliación, es decir, el ministerio en el que Pablo llamaba los pecadores a reconciliarse con Dios (ver 2 Co. 5:11-21).
Entonces, sabemos que persuadir es bíblico, pero ¿Cómo se hace esto? Persuadir es argumentar y razonar con la otra persona, es tener la capacidad de esgrimir argumentos convincentes que lleven a la persona al arrepentimiento y la fe en Jesucristo. En este punto, guardo con especial cariño un relato de Nancy Pearcey en el que ella cuenta que conoció a un creyente que, al momento de contar su testimonio, lo resumió diciendo «simplemente me quede sin argumentos».
No digo que el desarmar los argumentos de los incrédulos garantice el nuevo nacimiento, o que esto genere una conversión segura. Pero si es cierto que muchas veces algunas personas no vienen a la fe porque no estamos respondiendo sus objeciones, escuchando sus preguntas y siendo persuasivos en donde deberíamos serlo.
La contextualización del evangelio
Y sobre ser persuasivos creo que otro asunto de vital importancia es el de contextualizar el evangelio, esto es, comunicar el evangelio de una manera entendible, razonable, relevante y adecuada al lugar, la cultura y la cosmovisión en el que se predica. Esto no significa que debamos despojar el evangelio de su esencia, eso sería todo lo contrario a evangelizar, lo que si significa es que en aquellas cosas que podemos negociar lo hagamos.
Un ejemplo de esto sería como Hudson Taylor estuvo dispuesto a dejarse crecer el cabello como un chino y adoptando la forma de vestir de ellos. Sin duda también aprendería el idioma, como también haría uso de los intereses y problemáticas de la sociedad china para presentar el evangelio.
Pero más que un ejemplo de la historia, este es el ejemplo que nos da Pablo en las Escrituras. De hecho, cuando el habla sobre este asunto lo trata como un método para participar de los frutos del evangelio (1 Co. 9:19-23). Ejemplos de esto en su ministerio lo encontramos especialmente en su discurso en Atenas, allí vemos que Pablo observó la ciudad, detalló a los ciudadanos, citó a sus filósofos y apeló a su cosmovisión (Hch. 17:16-34).
Así que, si deseamos participar de los frutos del evangelio, necesitamos aprender, con fidelidad rigurosa a la Palabra de Dios, a hacernos todo para todos a fin de ganar a algunos.
Por cierto, trato este tema con más detalle en mi articulo sobre el evangelismo contemporaneo.
La oración y dependencia de Dios
A pesar de que Pablo tenia una basta capacitación en la exposición de la Palabra, a pesar de que su trasfondo le facilitaba la comprensión de las culturas y los contextos, y que había recibido el evangelio directamente de Cristo, él nunca dejo de solicitar a las iglesias que oraran para el bien de su ministerio.
La oración es un punto vital en la eficacia de evangelización. Porque a fin de cuentas los resultados que esperamos son cosas que no podemos obrar humanamente: resurrección espiritual de entre los muertos, una nueva creación, un nuevo nacimiento. Cosas que solamente el Espíritu de Dios puede hacer con su divino poder. Por eso oramos.
Para dar un balance entre los puntos anteriores y este, me gusta ver el trabajo de evangelizar como Pablo lo describe a través de la figura del sembrador (1 Co. 3:6-8). El mismo dijo que el sembró (predicó la Palabra), luego Apolos regó (contribuyó en la alimentación), pero solamente Dios hace crecer la semilla (da nueva vida).
Los agricultores necesitamos prepararnos y esforzarnos en nuestro trabajo, pero nunca debemos olvidar que es Dios quien hace crecer la semilla ¡Por eso oramos!
Algunas advertencias finales sobre la búsqueda de la efectividad
Creo con honestidad que muchos cristianos han abandonado la búsqueda de la efectividad escudándose en la fidelidad. Lo cual me parece algo completamente absurdo, puesto que no se puede ser fiel a Dios simplemente alegando que no se predicó el error sin buscar maneras legitimas de traer a los pecadores a los pies de Cristo.
Pero también creo que ocurre lo contrario: una intensa búsqueda de efectividad que no lo importa la fidelidad a Dios. Una actitud donde el no creyente parece ser más importante que Dios, no solamente es nociva para el mismo nuevo convertido, sino que a la larga hace a los creyentes antropocéntricos.
Estos dos males son dos ídolos: el ídolo de la ortodoxia inflexible, y el ídolo de la efectividad sin fidelidad. Ambas cosas son, en primera instancia, errores, porque ambas cosas no tienen una justificación bíblica, ni representan el balance que todo cristiano debe tener entre su amor a Dios y el amor al prójimo. Pero en ambos casos son ídolos, porque ponen otros asuntos, sea la pureza doctrinal o la efectividad evangelística, en el lugar que le corresponde a Dios.
Sobre ambos aspectos he tenido que examinarme, y reconocer que en algún punto he caído en alguno de los dos extremos. Como ministro reformado, he pasado por momentos donde la iglesia decae en asistencia y números, y me he visto tentado a alivianar las cosas. Pero también he visto el error y he querido ser hermético por causa de la pureza doctrinal.
Hermanos, ¡Qué fácilmente caemos en falsas disyuntivas! Esto es un asunto que está completamente resuelto en las Escrituras. Si somos realmente bíblicos sabremos como llevar a cabo esto, por un celo genuino por las almas, como con un celo genuino por Dios y su verdad.
Por tanto ¿Cómo hacer una evangelización eficaz?
A modo de conclusión, la evangelización eficaz depende de Dios. Por tanto, nosotros debemos depender de Dios según lo que el mismo nos ha revelado como una practica eficaz de la evangelización.
Esto implica predicar fielmente el evangelio, orar arduamente, defender la fe y persuadir con argumentos, contextualizar la predicación y esforzarnos por mejorar los resultados. Acompañando el celo por Dios y su verdad con la compasión por el pecador y la pasión por la expansión del reino de Dios en este mundo.
La evangelización solamente será eficaz en las manos de Dios, en los métodos de Dios y en la verdad de Dios. Sin Él, nada podemos hacer.