La Ignorancia de la Palabra de Dios: pecados y reflexiones

Ingorancia de la Palabra de Dios
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Decía Galileo Galilei que “la ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios”. Pero más que dejarnos llevar por esta frase tan famosa o por lo que llamamos sentido común, debemos preguntarle a Dios que piensa al respecto.

Dios, lejos de ignorar nuestra ignorancia, ha hablado acerca de ella y ha tratado con ella. Sobre todo, porque el mismo ha pasado por alto nuestra ignorancia condenatoria y nos ha dado el conocimiento de su Hijo para salvación. Dios es, en cierto sentido, el Dios que resuelve nuestro problema acerca del conocimiento verdadero.

En este artículo quiero reflexionar y tratar sobre este asunto, llamándonos a abundar en el conocimiento de la Palabra de Dios.

Una problemática general que necesita ser resuelta

La ignorancia, sorprendentemente, está más generalizada en nuestro tiempo de lo que imaginamos. Para dar muestra de esto podemos considerar los datos que tenemos a disposición: se estima que los nativos digitales (nuestros niños modernos), por primera vez, tienen un coeficiente intelectual menor que el de sus padres

Pero esto no solamente se ve en las generaciones actuales, sino también entre creyentes. Un estudio de Barna Group, reveló que la mayoría de los miembros de las iglesias de Estados Unidos no conocen los principios cristianos básicos. En dicho estudio quedo en evidencia que:

(…) de los encuestados, el 57 por ciento creía que las obras desempeñan un papel en la salvación y el 45 por ciento creía que Jesús no era libre de pecado. Solo el 34 por ciento pensaba que Satanás era real y el 66 por ciento creía que la Biblia era totalmente exacta. Solo el 51 por ciento creía que los cristianos tienen la responsabilidad de dar testimonio a los demás.

Pienso que esto ha sucedido en gran parte del cristianismo, porque este se ha vuelto pragmatista y profundamente emocional, dejando las ideas, los conceptos y las doctrinas fuera de su vida cristiana. Sin embargo, la realidad es que de alguna forma terminan concluyendo ideas basadas en especulaciones personales o por información distorsionada.

Si bien es preocupante esta condición de los cristianos y del mundo, deberíamos pensar primero, ¿Es realmente un pecado ignorar la Palabra de Dios? Razonemos un poco y lleguemos a una respuesta.

¿La ignorancia es un pecado? 

Primero veamos si realmente podemos categorizar la ignorancia como pecado y para lograr esto es necesario aclarar varias cosas: 

Todos somos ignorantes en algún grado

Evidentemente, no podemos saberlo todo, pero lo cierto es que podemos conocer en algún grado. Y, de ese grado de conocimiento, somos totalmente responsables.

Es este principio de responsabilidad lo que nos hace susceptibles a considerar nuestra propia ignorancia como un pecado. Más aún en nuestro tiempo que contamos con decenas de traducciones de la Biblia y formas cada vez más sencillas y baratas para acceder a ella. Si conocer es una facilidad y responsabilidad, ser un ignorante voluntario es un pecado.

La ignorancia puede ser sinónimo de otro pecado

Aquí es donde la ignorancia de la Palabra de Dios se vuelve pecado: cuando voluntariamente somos negligentes para conocer la Palabra de Dios, cuando somos indisciplinados, cuando nos vence la pereza o la comodidad y despreciamos así la Palabra de Dios. Así que creo que la ignorancia es un pecado por su relación con los vicios que le acompañan.

Como pastor, me ha tocado tratar con estos temas: dificultades de aprendizaje, conceptos propios inadecuados, ideas erradas sobre el conocimiento y muchas otras cosas. Estas ideas, juzgadas y pesadas en conformidad a las Escrituras, son nocivas y contrarias a lo que Dios ha revelado. Así que el tratamiento no es abandonarnos a la ignorancia, es curarla con el conocimiento debidamente dosificado.

La ignorancia no es la voluntad de Dios

Además, hay otra razón por la cual la ignorancia puede considerarse pecado: la voluntad de Dios para con la humanidad es que abundemos en el conocimiento de su Palabra. 

Podemos ver diferentes textos que nos muestran que Dios desea que abundemos en el conocimiento de su Palabra y que la falta de conocimiento de Él es un serio problema (por dar un ejemplo véase: Os. 4:6; Col. 1:9; Ef. 1:17-19). 

Podríamos articularlo de esta forma: si Dios ordena abundar en el conocimiento de su Palabra, y esforzarnos en conseguirlo y mantenerlo, entonces, la ignorancia como resultado de la negligencia y la pereza es un pecado. Es decir, la ignorancia de la Palabra es una desobediencia directa de la voluntad de Dios para el hombre.

El conocimiento en la iglesia

Otro punto a considerar es que Dios edifica y renueva a su iglesia con la exposición de su Palabra. Para esto se vale de la enseñanza y la predicación en sus múltiples formas. Si bien este conocimiento tiene un carácter sobrenatural, profundo y transformador, sigue siendo conocimiento en fin y, por tanto, debemos buscarlo de todo corazón.

Aquellos que van a la iglesia simplemente para satisfacer algún deseo emocional, y no crecer en el conocimiento de Dios, están alejando a la iglesia de su propósito. La gran comisión se trata de enseñar a obedecer todas las cosas que Jesús ha mandado, si bien la enseñanza busca la obediencia, esto no significa que exista esta obediencia sin conocimiento.

Conclusión: cuídate del pecado de la ignorancia

Debemos concluir entonces que la ignorancia de la Palabra de Dios es un pecado con consecuencias terribles sobre la vida de los creyentes. Y, por consecuencia, debemos arrepentirnos de dicho pecado.

Pensemos en el Salmo 119, ¿Podemos justificar nuestra falta de conocimiento una vez leído las alabanzas y solicitudes del salmista referente a la Palabra de Dios?

No todos podemos ser eruditos, y ciertamente hay un límite de todo lo que podemos saber acerca de la Palabra de Dios, pero nunca podremos justificar o romantizar la ignorancia de ella. Recuerda, el pueblo de Dios perece por falta de conocimiento, que no es otra cosa que ignorancia. 

Hermano, no perezcas a causa de ella.

Julio César Guevara

Julio César Guevara

Autor, pastor, teólogo y creador de contenido digital. Este es mi blog. Espero que puedas sentirte cómodo, para así ayudarte y servirte con los dones que Dios me ha dado.