9 cosas que la Biblia dice sobre el dinero

9 cosas que la Biblia dice sobre el dinero
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La Biblia tiene mucho que decir sobre el dinero. Lo que pasa es que, normalmente, las personas no están dispuestas a entender correctamente cómo esta habla de él.

Por un lado, tenemos a los materialistas, los dinosaurios emprendedores, los del evangelio de la prosperidad y otros, que consideran que la Biblia es una guía infalible sobre cómo hacerse millonario y ser tu propio jefe. Por otro lado, tenemos a los abstemios, los satanizadores de las riquezas, los monjes del siglo XXI y otros más, que consideran que la Biblia nos llama a ser idealmente pobres.

Pero la realidad es que la Biblia mantiene una gama de conceptos, preceptos y principios acerca del dinero que nos ayudan a considerar las cosas como deberíamos: sin extremos, buscando lo necesario y aspirando a lo que el Señor nos haya llamado.

Nota: en este blog cristiano hago uso de la Nueva Versión Internacional, a no ser que diga lo contrario. Dicho eso, sigamos.

1. Dios es el que da la capacidad para hacer riquezas

Fijémonos en lo que dice Deuteronomio 8:18:

Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy su pacto que, bajo juramento, hizo con tus antepasados.

En este pasaje es claro que Dios habla de la posibilidad de tener vidas prósperas en la tierra prometida, pero no solamente porque en aquellas tierras “fluye leche y miel” (Éx. 3:8, 17), sino porque Dios “da la capacidad de hacer riquezas” (Deut. 8:18).

En el contexto del Pentateuco y el pensamiento hebreo, esto es muy importante: en el Pentateuco vemos que Dios da capacidad, sabiduría e inteligencia para hacer variadas cosas del tabernáculo; esto significa, una pericia específica para trabajar con materiales, telas y artefactos. Por otro lado, en el pensamiento hebreo, la sabiduría que proviene de Dios no es simplemente una capacidad de discernir o comprender, sino también ser hábil en algún oficio.

Así, en este sentido, Dios nos dice que él es quien da la capacidad de hacer riquezas. ¿Cómo? Haciéndonos hábiles, sagaces, capaces de producir bienes y riquezas para su gloria y nuestro bien.

2. El amor al dinero es peligroso

Esto mismo nos lo dice la Escritura en 1 Timoteo 6:10:

Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.

El amor al dinero no es el deseo legítimo por tener propiedades y recursos, sino un sinónimo de la codicia. En última instancia, el amor al dinero es un ídolo, y sus actos consecuentes, actos de idolatría.

El Señor dio serias advertencias en cuanto a esto, señalando que si amamos el dinero, haciéndolo nuestro “señor”, aborreceremos a Dios (Mt. 6:24). Para Pablo, el amor al dinero es la raíz de toda clase de males: mentiras, asesinato, engaño, herejía, etc. Todo deseo perverso por el dinero nos llevará a un mundo de maldad, poniendo las ganancias antes que a Dios y su Palabra.

Esto no significa que los cristianos no podamos desear prosperidad con fines altruistas, para la gloria de Dios y el bien de nuestro prójimo. En multitud de ocasiones, la Escritura nos habla de la prosperidad desde una perspectiva legítima y buena (Pr. 3:9–10; 2 Co. 9:8–11; 3 Jn 1:2). La advertencia, en este caso, no está en sí alguien tiene o no riquezas, si las aspira o no, sino en que las ame con un amor que solamente le corresponde a Dios.

3. El dinero revela lo que le damos más importancia

Veamos cómo nos lo dice la Biblia en Mateo 6:21:

Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Nuestro tesoro es aquello donde está nuestro corazón (nuestros más profundos afectos, deseos y pensamientos), de modo que donde pongamos nuestro tesoro, allí pondremos nuestro corazón. Si nuestro tesoro son las riquezas, entonces allí estará nuestro corazón, y donde esté nuestro corazón, allí estará lo más importante para nosotros.

El dinero, cuando se busca en sí mismo, puede ser un ídolo cruel que trae destrucción a nuestra alma, familia, relación con Dios y reputación. Pero al mismo tiempo, puede ser un medio legítimo para exaltar lo que es más importante. Podemos usar nuestro dinero para la obra del evangelio, para amar a nuestra familia, para ayudar a los necesitados. Podemos decir, con la forma en que usamos nuestras riquezas: ¡Miren, esto es lo más importante!

De cierta forma, el Señor nos enseñó a usar nuestras riquezas con esto en mente (Luc. 12:33–34). El apóstol le dijo a los ricos que aprovecharan su riqueza para ser igualmente ricos en buenas obras (1 Ti. 6:17–19). Incluso los pobres, cuando usan admirablemente su dinero, demuestran que Dios es su tesoro (2 Co. 8:1–2).

4. El dinero puede volverse un ídolo

El dinero, visto como un ídolo, lo podemos observar en la Biblia desde Mateo 6:24:

Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.

Cuando el dinero compite con Dios o lo desplaza, estamos ante un dios similar a Moloc, llamado “Mamón”. Este trata de tentarnos, seducirnos, prometiendo entre mentiras las bondades que solamente Dios puede darnos. Nos invita a un festín de deleites que, cuando son puestos en nuestra boca, se vuelven arena.

Dios nos advierte en contra de esto, señalando que el dinero puede volverse un ídolo y apartarnos de Él. Dios nos manda a vivir íntegramente en esta vida, y eso implica nuestra fidelidad a Él en contraposición de las riquezas.

5. La biblia nos advierte de poner nuestra confianza en las riquezas

Una forma en que el ídolo del dinero permea nuestro corazón es a través de la confianza. Sobre esto, la Biblia nos habla en Proverbios 11:28:

El que confía en sus riquezas se marchita,
pero el justo se renueva como el follaje.

Cuando ponemos nuestra seguridad, plenitud y confianza en las riquezas, nuestra vida se marchita. Nos apagamos como un carbón lejos del calor de Dios. El avaro podría pensar que está más vivo que nunca, pero mientras más funde su confianza en su prosperidad, mayor será su caída.

Pensemos en aquel hombre que reunió grano y riquezas para no preocuparse; le predicó a su alma, la exhortó a no preocuparse por nada y a deleitarse en toda la riqueza que tenía. ¡Qué necio! Su alma fue arrebatada aquella misma noche, y todo lo que amontonó le quedó a otras personas. Se marchitó y pereció en el momento que menos lo esperaba.

6. El temor de Dios vale más que la abundancia

La Biblia nos dice que, comparativamente, hay cosas más valiosas que el dinero. Entre esas cosas, el temor del Señor es mucho mejor que las muchas riquezas. Veamos lo que dice Proverbios 15:16:

Más vale tener poco, con temor del Señor,
que muchas riquezas con grandes angustias.

Esto es así porque, en la sabiduría de Dios revelada en el libro de Proverbios, vemos que la sabiduría, en línea general, trae prosperidad consigo, pero también muchos otros beneficios. El malvado, en cambio, puede adquirir ganancias con muchos problemas.

El temor del Señor es el principio de la sabiduría (Pr. 1:7); adquirirla vale más que el mucho oro (Pr. 3:13–14); en sus manos hay bendiciones y riquezas, lo que lo hace más valioso que todo el dinero del mundo.

7. El dinero debe usarse para fines eternos

Jesús nos exhortó a usar el dinero, no a desperdiciarlo, pero este uso debe cumplir con fines eternos y alcanzar las verdaderas riquezas. Por eso nos dice en Mateo 6:19–20:

No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar.

La comparativa es poética: las riquezas de este mundo son sensibles a todo tipo de corrupción física y moral, mientras que las riquezas celestiales son mejores y eternas. Esto solamente puede entenderse como una invitación a no centrarnos en las riquezas de este mundo, sino más bien a priorizar las eternas.

En otras ocasiones, Jesús nos sugirió usar nuestras riquezas para alcanzar a los perdidos (Luc. 6:9), así como también usarlas para fines eternos y glorificar así a Dios (Luc. 12:33–34).

8. La riqueza debe ser un medio para las buenas obras

En ocasiones, los ricos son mal vistos en el Nuevo Testamento, pero esto no es así por causa de sus riquezas, sino por la soberbia que suele venir con ellas. Sin embargo, pasajes como 1 Timoteo 6:17 nos muestran la otra cara de la moneda:

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios. Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos.

Este texto, lejos de condenar a los ricos en la Biblia, nos muestra que hay una posibilidad de usar las muchas riquezas para hacer el bien. Fijémonos que no dice que se entreguen a la pobreza, vendiendo todo cuanto tienen para darlo a los pobres. Dice que sean ricos en buenas obras, que así como abundan sus riquezas, abunden también sus buenas acciones.

9. El trabajo duro y diligente conduce a la riqueza

Hasta este momento hemos dicho muchas cosas sobre el dinero. La riqueza, la idolatría y las prioridades son algunos de los temas que vemos reflejados en ello. Pero tal vez una de las lecciones más importantes y valiosas es la relación que existe entre la prosperidad y el trabajo duro.

Nuevamente, nos encontramos con la sabiduría de la Biblia en este asunto, en Proverbios 10:4:

Las manos ociosas conducen a la pobreza;
las manos diligentes atraen riquezas.

Las manos diligentes, esas que trabajan esforzadamente y sin descanso, junto a la sabiduría y la bendición de Dios, atraen riquezas. Esta es la realidad de la cual nadie puede escapar: si alguien quiere prosperar en su vida, debe trabajar diligentemente.

Dios da sabiduría, da habilidades y da entendimiento para generar riquezas, pero nada de eso nos exime del trabajo duro. Si alguien quiere prosperar, entonces debe considerar estas cosas.

Conclusión: una visión balanceada del dinero

La Biblia no condena las riquezas ni glorifica la pobreza; nos enseña a ver el dinero como una herramienta, no como un fin. Dios nos da la capacidad para prosperar, pero nos advierte contra el amor al dinero, la avaricia y la falsa seguridad que este puede ofrecer.

El dinero revela lo que realmente valoramos y debe usarse con sabiduría, generosidad y propósito eterno. No se trata de tener mucho o poco, sino de quién ocupa el primer lugar en nuestro corazón: Dios o las riquezas.

Julio César Guevara

Julio César Guevara

Autor, pastor, teólogo y creador de contenido digital. Este es mi blog. Espero que puedas sentirte cómodo, para así ayudarte y servirte con los dones que Dios me ha dado.

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